Placer culpable, ¿qué prácticas curiosas gustan a los hombres en la cama?

Placer culpable, ¿qué prácticas curiosas gustan a los hombres en la cama?

Un placer culpable es aquello que nos gusta, pero que normalmente por vergüenza o por timidez no somos capaces de reconocer en público. Hay placeres culpables de todo tipo, aunque es habitual encontrarlos en la música o en el cine por ejemplo. Ese grupo que siempre te ha fascinado, pero que no puedes reconocerlo, porque echaría por tierra tu fachada de chica dura, o esa película que realmente te hace llorar cuando la vez, pero en público afirmas que te parece un asco… Esos placeres culpables son los que nos dan la vida, porque no deberían gustarnos, pero nos encantan, y forman parte ineludible de nosotros mismos, en cuanto a que también nos construimos con esas contradicciones. En la cama ocurre lo mismo, aunque por suerte aquí ya hay menos vergüenza para reconocer este tipo de placeres.

Porque cuando nos entregamos en el vicio más ardiente, en la pasión más exquisita, lo que queremos es probar cosas nuevas y disfrutar. Nos da igual cómo sean los placeres, si buenos, culpables o prohibidos, porque al final se trata de placeres, de cosas que nos hacen gozar de verdad, y eso está por encima de todo lo demás. Así que en realidad, este tipo de placeres no tienen por qué ser considerados como culpables, pero sí que es cierto que a veces nos da cierta vergüenza hablar de ellos, o incluso pedirles a nuestras parejas que los lleven a cabo en la cama. Sobre todo los hombres, que deben mantener esa faceta ruda y varonil en todo momento… Salirse de ahí es lo que les hace sentirse algo más inseguros, pero puede ser una opción perfecta para probar cosas nuevas.

Estimulación de los pezones

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Porque los pezones son zonas sensibles en ambos sexos, y no solo en la mujer. Está claro que la sensibilidad que tenemos nosotras en esta parte del cuerpo es mucho mayor, por propia naturaleza, pero hay muchos hombres que también se excitan muchísimo cuando les estimulan los pezones, aunque muy pocos lo reconozcan. Tal vez sea hora de tomar tú la delantera, y atreverte a estimularlos sin decirle nada. Simplemente para ver su reacción, que seguro que te sorprenderá. Es una de tantas formas de conseguir que tu chico se excite, especialmente en los preliminares. ¿Y cómo hacerlo? Bueno, tienes dos manos, una boquita traviesa… seguro que se te ocurren muchas formas para estimular los pezones de tu chico y sorprenderle con ese placer culpable que luego reconocerá que le encanta.

Prácticas de bondage y sadomasoquismo

Este es un tema bastante peliagudo, sobre todo al principio, porque hay chicos que disfrutan mucho de las prácticas de sexo extremo, pero no lo reconocen hasta que la relación ya ha llegado a cierto punto de confianza. No tiene por qué ser algo malo, de la misma manera que las propias prácticas sadomaso pueden ser muy divertidas y excitantes, siempre que se llevan a cabo con seguridad y con el consentimiento por ambas partes. Tal vez ambos estéis deseando probar cosas nuevas y ver dónde están vuestros límites del placer, pero los dos os mantenéis el silencio, y como se suele decir, el uno por el otro, la casa sin barrer, y vuestras fantasías sin cumplirse, por el simple hecho de no mantener una buena comunicación sexual con tu pareja.

Estas prácticas suelen ser parte de las fantasías más prohibidas de muchos hombres, así que es normal que tu chico disfrute con ellas. Y eso no significa que le vaya todo lo BDSM. Tal vez simplemente le guste eso de ser dominado por ti, o al contrario, ser él quien te domina, sentir que te sometes a todo lo que te pide… Este tipo de juegos son muy habituales en las relaciones ya afianzadas, pero igualmente se pueden dar desde un primer momento, porque ambos sepan que disfrutan de esta clase de experiencias, y no tengan miedo a la hora de compartirlas con otros que también gozan exactamente de la misma manera. Eso sí, como decimos, siempre con seguridad y con el consentimiento explícito por parte de ambos.

La fantasía de hacer un trío

Sin lugar a dudas, otro clásico dentro del habitual top de fantasías de cualquier hombre. Hacer un trío, obviamente con dos chicas, suele ser una de esa cosas que cualquier chico quiere hacer antes de morir, para probar qué se siente al tener a dos mujeres enteritas para él. Los hay que también están abiertos a un trío con otro chico y una chica, aunque aquí siempre suelen poner la excusa de que entre ellos no haya nada, y solo se dediquen a darle placer a la chica. El caso es que es una fantasía muy atrevida que pocos reconocen que quieren llevar a cabo, pero que todos han pensado alguna vez. De hecho, algunos incluso lo han intentado con sus parejas y las amigas de estas, en un momento dado.

Este tipo de fantasías suelen ser más habituales cuando uno está soltero y piensa que es más fácil convencer a dos amigas para que se acuesten con él, antes de tener que convencer a su chica, con la que ya sale, para meter a otra más en la ecuación sexual. Aquí cada cual tiene su punto de vista. Hay mujeres que solo disfrutan cuando están solas en la cama con su chico, y que prefieren no interponer a nadie más en esa relación, incluso cuando eso pueda ser una manera de abrir su mente. Hay otras chicas que son más liberales en ese sentido y no tienen problema en disfrutar de tríos con chicos, chicas y todo a la vez. Dependerá de ti, y de lo que quieras atreverte a hacer para complacer a tu chico y por supuesto, para gozar tú misma.

La excitación al ser… insultados

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Esto también tiene que ver con el primer apartado, el del bondage y el sadomaso. Y es que al fin y al cabo, la barrera entre el placer y el dolor es muy fina. Aquí lo que nos encontramos es la excitación al ser sometidos, a través del insulto, sabiendo en todo momento que esas palabras no son reales, sino una mera farsa, un teatro para que nos pongamos más cachondos. Hay chicas que están encantadas de llevar a cabo este tipo de prácticas con sus chicos, porque les gusta tomar el mando y someterles de todas las formas posibles. Eso sí, hay que tener muy claro que todo es un juego sexual, para no tomarnos esos insultos a pecho, como si fueran algo real.