Deseo sexual, todo lo que envuelve este término

Deseo sexual, todo lo que envuelve este término

Hay sensaciones y emociones por las que todos hemos pasado alguna vez, pero no somos capaces de explicar realmente. Simplemente sabemos que ocurren, que son consecuencia de ciertas experiencias, por ejemplo, pero tampoco encontramos una manera real ni de explicarlas ni de controlarlas, en muchos sentidos. El deseo sexual, por ejemplo, simplemente surge de manera natural en lo más hondo de nuestro cuerpo, y nos hace sentirnos atraídos hacia una persona concreta, sea o no de nuestro mismo sexo. El deseo sexual es esa chispa que prende toda la mecha de nuestra sexualidad, lo que nos hace fijarnos físicamente en una persona, más allá de cómo sea a nivel personal. En muchas ocasiones, el deseo sexual está incluso por encima de nuestra propia lógica, y nos sentimos atraídos por personas que, cuando somos más lógicos, no nos gusta tener cerca. Pero es la biología la que está tirando de nosotros, para mostrarnos el camino hacia la intimidad.

Y es que, lo queramos o no, por más tiempo que pase y por más que evolucionemos, seguimos siendo animales y tenemos instintos básicos que queremos saciar. Nos lo pide nuestro cuerpo, más allá de la razón o la lógica. Es algo que nace de nuestras entrañas, y acaba convirtiéndose, para muchos, en algo imperativo. El deseo sexual es algo natural, y no tiene nada de peyorativo, al menos siempre que sepamos cotejarlo a nuestro sentido común. Dejarse llevar solo por el deseo puede conducirnos a situaciones que no son precisamente adecuadas, pero está claro que la ausencia de deseo sexual también es un problema bastante grave, especialmente dentro de una relación. Sin deseo, ¿puede funcionar una pareja? A veces el deseo se va apagando, y parece que el cariño es lo único que necesitamos para mantener vivo el amor, pero como verás a continuación, conseguir que el deseo se mantenga es uno de los pilares básicos para que nuestra relación funcione.

Qué es el deseo sexual

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Podemos explicar el deseo sexual como un impulso biológico que sentimos hacia una persona que nos atrae, normalmente por su atractivo físico, pero también por cualquier otra característica que consideremos deseable. El deseo sexual es el primer paso hacia la intimidad entre dos personas que se gustan, así que es esencial para poder entablar relaciones sociales, además de ayudarnos a disfrutar mucho más de nuestra sexualidad, de una forma sana, algo que es muy necesario para cualquier persona que quiera tener una vida equilibrada. Más allá de encontrar o no pareja estable, nuestra vida sexual debe ser una parte importante de nuestro equilibrio vital, y el deseo es lo que nos anima a seguir disfrutando de ella. Es una forma que tiene nuestro cuerpo de mostrarnos el camino hacia el placer.

De dónde proviene

El deseo proviene de nosotros mismos, y es una respuesta a ciertos estímulos que, aunque no lo parezcan, están relacionados también con nuestras expectativas, con  nuestros gustos, pero en un sentido muy amplio. El deseo es un impulso interiorizado que nos lleva a conseguir cosas, y que mueve al ser humano para que interactúe con su entorno. En el caso del deseo sexual, gracias a él podemos comunicarnos mucho más con las personas que tenemos a nuestro alrededor. La atracción es un concepto muy parecido, que vendría a ser como la consecuencia del deseo focalizado en una persona determinada. El deseo lo sentimos en general, porque lo llevamos dentro, pero la atracción aparece cuando ese deseo se canaliza hacia una persona que nos gusta.

Si entendemos el deseo como un sentimiento podemos también diferenciarlo según la persona que lo sienta, porque cada uno de nosotros tendrá una forma diferente de disfrutar de ese deseo, de vivir la experiencia de inundarse con ese impulso que nos lleva a querer mantener relaciones íntimas con los demás. No se trata de gustos, sino de propia experiencia vital, la que cada uno tiene por su forma de ser, por su forma de entender esos sentimientos. Y es que hay personas que pueden sentirse atraídas por el mismo tipo de hombres, por ejemplo, pero entender el deseo de una manera totalmente diferente entre sí.

Falta de deseo sexual

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El deseo sexual es uno de esos sentimientos atávicos, casi comparables con el hambre o con la sed, que están ahí para avisarnos de que tenemos una necesidad sexual, con el objetivo primario de reproducirnos y tener descendencia. Por supuesto, a estas alturas las cosas ya han cambiado mucho y para la mayoría el sexo ha dejado de tener esa connotación reproductiva y se ve simplemente como algo divertido y saludable que disfrutar. La falta de deseo sexual puede conllevar un problema psicológico grave, puesto que estamos, de alguna manera, renunciando a esa parte de nuestra experiencia vital, una de las más importantes, de hecho. Suele darse en personas que han sufrido algún tipo de trauma durante su infancia o juventud, o también en personas que alcanzan ya cierta edad, cuando sus funciones reproductivas ya no están tan activas como antes.

Cómo recuperar el deseo sexual

Debemos volver a diferenciar aquí entre deseo sexual y atracción. Puede que estés en una relación de pareja con una persona que, después de muchos años, ya no te atrae físicamente, y sientas que tu deseo sexual ha bajado, pero en realidad es solo una materialización de la idea que tenemos en nuestra sociedad sobre la fidelidad sexual a la pareja. Seguramente sigas sintiendo ese deseo sexual por otras personas, y te fijes en ellas, porque todavía mantienes esa necesidad en tu organismo. Por eso es importante focalizar la recuperación del deseo sexual a través de la atracción por una persona determinada, si lo que queremos es salvar una relación de pareja.

El deseo sexual viene dado de forma natural, pero por supuesto, podemos ponérselo mucho más fácil a nuestro organismo para recuperar tanto el deseo como la atracción por esa persona. Por ejemplo, mantener la comunicación en la pareja nos hará sentir mucho más apegados a esa persona, y tener más complicidad con ella hará que el deseo surja más fácilmente. Hemos de trabajar también nuestra propia autoestima, porque es importante sentir que nos merecemos disfrutar de ese placer sexual, que ese deseo que sentimos es bueno, es natural, y no tiene nada de peyorativo. Buscar nuevos estímulos sexuales puede ayudarnos a recuperar esa llama que creíamos perdida, pero que siempre está medio dormida, esperando a ser despertada.